30 enero 2007

Penas de muerte por sexo

Penas de muerte por sexo

Penas de muerte por sexo

Nada tienen que ver los asesinatos de mujeres por sus ex-parejas como la tercera ocurrida en Soria este año, con las penas de muerte contra ellas que algunos estados practican contra ellas. Mucho tiene que ver que la infidelidad y desamor se relacionan históricamente con desenlaces trágicos, y los humanos no son capaces de reconducirlo.

Lejos de entablar vínculos reales con la llamada alianza de las civilizaciones, Irán persiste en la pena de muerte como pena, en donde el sexo entra en el catálogo de los horrores . Homicidio, robo a mano armada, blasfemia, apostasía, conspiración contra el gobierno y delitos relacionados con drogas con causas para esta condena; a las que se añaden las penas de muerte por sexo: violación, adulterio, prostitución y homosexualidad.

No es noticia en Irán por ser habitual, menos en España por el escaso eco, que estos días ha sido condenada a pena de muerte en Irán, una mujer kurda de 21 años por haber mantenido relaciones sexuales fuera del matrimonio. Ameneh Salam es su nombre. La prueba, conseguida al ir a abortar a un centro médico. La tipificación del delito, injusta y desigual: ella la muerte, él 95 latigazos.

Muertes practicadas por el Estado contra la libertad sexual, mientras que las sociedades occidentales en su permisividad no saben controlar la practicada contra las mujeres en general -de menor proporción en los hombres- por los que en estas acciones participan.

Los óbitos siempre recaen siempre en la mujer como objeto directo. No escuchamos las enérgicas condenas unánimes por estas brutales prácticas de Estados como el iraní, en ninguno de nuestros dirigentes. Menos aún se les escucha coger el toro por los cuernos en lo crímenes autóctonos que pudiéramos llamar por sexo.

Sí abundan justificaciones de leyes por parte de unos, y de falta de presupuesto de otros, cuando la causa del problema es antropológico y ancestral. Nada tienen que ver la brutalidad de estos estados islámicos, con la bestialidad de los derivados del no consentimiento y ensañamiento con la permisivad sexual occidental. Punto en común es, que la muerte está presente por asuntos relacionados con las relaciones sexuales y las uniones relacionadas con el mismo.

No vendría mal recordar las palabras de Victo Hugo: "La libertad de amar no es menos sagrada que la libertad de pensar. Lo que hoy se llama adulterio, antaño se llamó herejía".

José Carlos Navarro Muñoz.

Tomado de Andalucía Liberal

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