La sentencia del Tribunal Supremo, declarando a Jarrai organización terrorista, es una buena noticia; por marcar, como ha dicho Rajoy, el camino en la lucha antiterrorista. Un camino que, para ser efectivo, ha de ser firme, ininterrumpido y contar con el respaldo de la mayoría de la sociedad. Una mayoría que forzosamente ha de incluir al Partido Popular, representante del 40% de los votantes.
Es un grave error aislar al PP con antidemocráticos cordones sanitarios, como también lo es buscar beneficios políticos con la manipulación partidista de las manifestaciones antiterroristas, o aferrarse exclusivamente al pacto antiterrorista. Y lo más grave de todo, por ser una necedad, es seguir insistiendo en una negociación que solamente sirve para el rearme de ETA.
A día de hoy, la mayor victoria de ETA no es que prosigan las negociaciones con dos asesinatos sobre la mesa, sino la constatación de que la sociedad se encuentra dividida, debilitada y sin medios frente a ella; gracias a un Gobierno que no está a la altura de las circunstancias y de una Oposición que está a la altura del Gobierno.
Para terminar definitivamente con ETA solamente existen dos caminos: rendirnos o rendirla. El primero es tan simple como ceder en todo lo que piden, entregando en bandeja de plata el estado de derecho a los etarras, al convertir en moneda de cambio los derechos y libertades de los ciudadanos.
La segunda vía, la democrática, pasa inexorablemente por el compromiso, de todos los grupos políticos, de no negociar con esta banda de asesinos, por la ilegalización de cualquier organización o partido proetarra, por la detención y encarcelamiento de los dirigentes de Batasuna y por el incremento de la presión policial. Estas son la propuestas de Rajoy, pero, cualquiera que tenga una verdadera visión de estadista sabe que es imprescindible ir más allá, realizando todas las reformas constitucionales y penales necesarias para, por ejemplo, frenar las suicidas reformas estatuarias, suspender temporalmente el estatuto de Guernica mediante la aplicación del art. 155 de la constitución, o para que los terroristas cumplan íntegramente sus condenas.
En definitiva, el verdadero camino hacia la paz es una común y contundente respuesta institucional desde los tres poderes del Estado: el legislativo, el judicial y el ejecutivo. A ver si, de una vez por todas, se enteran el Ejecutivo (incluido Conde Pumpido) y la Oposición de que la única división que nos podemos permitir, frente a ETA, es la de estos tres poderes.
Manuel Maldonado.
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